Hoy, una vista inquietante a la promoción de 1965. La Facultad de Ingeniería de la
Universidad de Houston presentan esta serie sobre las máquinas que mueven nuestra
civilización, y las personas cuyo ingenio las creó.
La revista Forbes acaba de publicar un artículo sobre la promoción
de 1965 de la Facultad de Negocios en la Universidad de Harvard. Habla de las primeras ocho
mujeres en romper la barrera de género allí en 1963. Todas recibieron su maestría en
administración de negocios en 1965. Tomando en cuenta que alrededor de 190 estudiantes del
género masculino de esa misma clase no se graduaron, es evidente que para esas mujeres fue
un logro excepcional.
Por supuesto, ellas habían sido cuidadosamente escogidas ya que cuando Harvard tomó la
decisión de inscribir mujeres en su programa de Maestría no lo hizo con intenciones de verlas
suspender. Ahora, Forbes hecha una mirada atrás a esas pioneras y su vida actual.
La primera mujer admitida fue Elaine Luthy. Empezó al salir de Stanford. Un titular del
Boston Globe rezaba: “Una rubia explosiva en Harvard”, pero ella no le prestó atención
y pronto terminó su maestría. Después, encontró trabajo en el departamento de relaciones
públicas de Eastern Airlines. Pero dice que no la convenció el ambiente donde los
valores estaban tan alejados de los suyos. Las cosas empeoraron y al final renunció para
dedicarse a sacar un doctorado en teología. Hoy en día tiene su propio negocio donde crea
índices de libros desde su departamento en Manhattan.
Las ocho mujeres recibieron su primer golpe después de graduarse cuando se entrevistaron
con diferentes empresas. Era evidente que los entrevistadores no estaban acostumbrados a
entrevistar a mujeres y menos a ofrecerles trabajo. Lynn Sherwood cuenta acerca de la típica
entrevista:
Me trataron con respeto... pero sabía que era inútil.
Preguntaron cosas como: ¿Cómo sabemos que después de
entrenarle no va a querer casarse y tener hijos?
Sharon Baum usó solo sus iniciales cuando solicitó trabajo. Ella cuenta:
El entrevistador estaba desconcertado al ver yo que podía
exponerle todos los puntos antes de que él pudiera hacer
sus preguntas necias.
Una de las mujeres se convirtió en la editora de una revista de comercio, pero murió a los
42 años. Solo dos ejercieron su carrera de forma tradicional. El resto luchó contra las
expectativas sociales y los valores corporativos.
Entonces, mirando las fotos de las 7 sobrevivientes — mujeres alrededor de los cincuenta,
todas seguras de sí mismas — veo también una dimensión de satisfacción. Después de todo, ellas
fueron las mejores y las más brillantes de 1965. Tenían los medios intelectuales y emocionales
para enfrentar un mundo imperfecto. Eran las mejor preparadas para forjarse vidas exitosas a
pesar de todas las frustraciones.
Todo esto me lleva a reconstruir la manera en la que pensábamos en el año 1965 —lo que damos
por hecho— nuestras ideas acerca de los roles de género, la justicia y la igualdad social. Me
pregunto que dirán mis hijos cuando tengan mi edad acerca de sus propias actitudes en los años
noventa. ¿Parecerán los noventas también como algo de la edad de piedra? Puede ser.
Dana Linden quien escribe para Forbes dice que las oportunidades de trabajo se han abierto pero
la sociedad no ha aliviado las presiones que le impone a la mujer. Las opciones si en algo han
cambiado, se han hecho más difíciles. Hoy finalmente se le ha permitido a la mujer moldearse para
encajar en un mundo masculino, pero el cambio no será completo hasta que no cambiemos también el
género de ese mundo corporativo para igualarlo a las personas que lo conforman
Les habló Aymará Boggiano en otro episodio de “Las Invenciones de la Inventiva”
de John Lienhard, en la Universidad de Houston, donde nos interesa el proceso de la mente inventiva.
(Tema musical)
Linden, D.W., The Class of '65, Forbes,
July 4, 1994, pp. 92-98.
The Engines of Our Ingenuity is
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