No. 435: HEDY LAMARR, INVENTORA
de John H. Lienhard
Hoy, desconchamos una mascarilla de belleza. La Facultad de Ingeniería
y el Departamento de Lenguas, Literaturas y Culturas del mundo de la Universidad del Norte de Texas
presentan este episodio de la serie sobre las máquinas que mueven nuestra
civilización, y las personas cuyo ingenio las creó.
Comencé ir al cine en los buenos tiempos de las estrellas de la gran
pantalla. Las estrellas de cine habían formado la idea de la vida
doméstica en la mente del norteamericano. Los hombres eran apuestos,
fuertes, y de voz suave– con gomina en el pelo. Las mujeres eran de una
belleza despampanante. A todos se les consideraba personas artificiales
–íconos sin homólogos reales.
Pero sí
había una realidad física – una que no podíamos conocer.
Es el caso de Hedy Lamarr. Ninguna estrella era más bella
que ella. Sobrepasó incluso la fábrica de belleza de
Hollywood de 1940. Hedy Lamar vino a los Estados Unidos
desde Austria. Huía de un mal matrimonio con un armero
que había ayudado a Mussolini a armarse para la invasión
a Etiopía. Su huida a los Estados Unidos era una huida de
los terrores del fascismo y también de su casamiento.
En 1940 Lamarr conoció al compositor George Antheil en una
cena. Comenzaron a hablar y al día siguiente lo invitó a
cenar en su casa. Hubo una química particular entre estos dos
seres sorprendentes y se pasaron toda la noche conversando.
Entre ellos, tuvieron una idea. Los submarinos aliados, al parecer,
gastaban torpedos innecesariamente. Las corrientes oceánicas y las
maniobras para eludir ataques jugaban en su contra. Lamarr y Antheil
pensaron hacer algo al respecto. Lamarr, tenía sólo 26 años, y era apenas
una joven cuando escuchó a su marido hablar de torpedos. Escuchaba las
conversaciones y la bella alumna aprendía en silencio, era muy lista.
Y Antheil por su parte había hecho trabajos geniales con la tecnología
de la música moderna.
La solución, pensaron, era un torpedo teledirigido. Sin embargo, sería
fácil para el enemigo interferir la señal teledirigida. Así que inventaron
un "salto de frecuencia". La clave fue la creación de un secuenciador que
rápidamente hacia saltar tanto la señal de control como su receptor a través
de 88 frecuencias al azar. Patentaron el sistema y se lo dieron a la Armada.
La Armada de hecho instaló el sistema, pero no en la Segunda Guerra mundial.
Los ingenieros de Sylvania lo reinventaron en 1957. La Armada utilizó el salto
de frecuencia por primera vez durante el bloqueo de Cuba en 1962, tres años
después de que la patente Lamarr/Antheil se había vencido.
En su autobiografía de 1945, Antheil le dio todo el crédito por la idea a Lamarr.
Ninguno de ellos jamás abogó su caso. Lamarr ni siquiera lo mencionaba. Se encogía
de hombros y decía sin rencor, "No puedo entender por qué no nos lo reconocen cuando
es algo que se usa por todo el mundo."
El límite de 17 años de las patentes hace que esto le pase a mucha gente. Sin
embargo, la patente no era el punto. Hedy Lamarr se quitó la mascarilla por un
instante. Y, cuando lo hizo, vimos a la creatividad en carne y hueso y ésta era
mucho más que una estrella de cine.
Les habló Aymará Boggiano en otro episodio " Las Invenciones de la inventiva "
original de John Lienhard de la Universidad de Houston, donde se estudia el
proceso de la mente inventiva.
(Tema musical)
Meeks, F., I Guess They Just Take and Forget About a Person.Forbes,
May 14, 1990, pp 136-138
Notas de la traducción
Se eliminaron las referencias del original en Internet por haber caducado.
Para más información acerca de salto de frecuencia, o las comunicaciones de espectro
ensanchado, consulte el sitio web:
http://es.wikipedia.org/wiki/Espectro_ensanchado
http://es.wikipedia.org/wiki/Espectro_ensanchado_por_salto_de_frecuencia
Wikipedia tiene un artículo de Lamar y su carrera cinematográfica:
http://es.wikipedia.org/wiki/Hedy_Lamarr
Este blog contiene fotos y una descripción de su vida
http://sqsmaravillosa.wordpress.com/2010/07/26/194/
The Engines of Our Ingenuity is
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