Hoy invertimos el alambre de púas. El Honors College y el Departamento de Estudios
Hispanos de la Universidad de Houston presentan esta serie sobre las máquinas que mueven
nuestra civilización y las personas cuyo ingenio las creó.
¿Cuándo fue la última vez que vio usted un alambre de púas?
Probablemente un tatuaje en el brazo de un joven. Pero el alambre de púas fue mucho
más que una moda cuando J. F. Glidden lo inventó en 1874. La hilera de dos alambres
metálicos trenzados, con nudos de púas, llegó a ser el símbolo de la época moderna en
ambos lados del Atlántico.
La invención de Glidden vino a raíz de la Ley de Hacienda, que empujó a los pioneros
a poblar las tierras del oeste americano al otro lado del Misisipi ¡hasta ochenta
acres, son tuyos gratis!, si los trabajas, se decía.
Pero, ¿cómo proteger su posesión? Los depredadores como los lobos, eran problemas
menores en comparación con los enojados indígenas quienes habían sido expulsados de sus
tierras mediante medidas escabrosas. Y luego estaban los vaqueros, arreando su ganado
libremente por las vastas llanuras del oeste.
He aquí la invención de Glidden. Fácil de transportar y montar, gracias a su ligereza;
resistente al calor, gracias a su composición; y baratísimo, gracias a su simplicidad: el
alambre de púas apareció entonces como un don de Dios. Y no solamente para los pioneros:
gracias a ello la compañía American Wire and Steel incrementó su producción de alambre de
250 toneladas, en 1875, a 135,000 en 1901.
El alambre de púas marcó el fin de las planicies abiertas. También marcó el comienzo
del fin para los vaqueros. Interpretado por Kirk Douglas, en la película Hombre sin estrella,
el vaquero norteamericano se convirtió en una figura de proporciones mitológicas. Douglas
hace el papel del huraño Dempsey Rae, quien vive a sus anchas en un mundo sin fronteras.
Pero su cuerpo, cicatrizado por los alambres de púas, señala que ese mundo es del pasado.
Al final de la película, Douglas cabalga hacia el ocaso, en una escena enmarcada por su
enemigo, el alambre de púas.
En el espacio de un siglo, el alambre de púas se convirtió en arma militar, y luego en el
símbolo de la maldad absoluta en los campos de concentración nazis. La invención de Glidden se
invirtió. Usado originalmente para limitar la entrada, ahora lo usaban para encerrar, solo que los
depredadores en este caso no eran lobos ni vaqueros. Allí, definidos por afiliación política, raza o
religión, y considerados indignos de humanidad, fueron acorralados por dos hileras de alambres de
púas electrificados, donde como bestias, fueron marcados con números. Y como bestias, se les refería
a ellos como kopf (cabeza) y stück (pieza), y ni como a las bestias, los mataban o los hacían trabajar
hasta caer muertos.
Privado de libertad e identidad el recluso de los campos de concentración representa la realidad
del totalitarismo del siglo XX. Ellos sólo podían lograr su libertad abalanzándose sobre los alambres
electrificados. Más no así Dempsey Rae él ya era libre, y simboliza el mito decimonónico americano del
individualismo. Buscaba la libertad alejándose al galope del alambre de púas. Mas, en los dos casos, y
como J. F. Glidden jamás lo hubiera imaginado, el alambre de púas desafía nuestro entendimiento de lo
que significa ser humano.
Les habló Aymara Boggiano, en un episodio de Las Invenciones de Nuestra Inventiva de Rob Zaretski
en la Universidad de Houston, donde nos interesa el proceso de la mente inventiva.
(Tema musical)
O. Razac, Histoire politique du barbelé. (Paris: La Fabrique, 2000).
Para mas información sobre el Alambre de Púas vea Episodio 816.
Todas las fotos son de J. Lienhard.
The Engines of Our Ingenuity is
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