No. 1895: MUSEO MARITIMO DE HOUSTON
de John H. Lienhard
Hoy, un cuento de dos museos. La Facultad de Ingeniería y el Departamento de Lenguas, Literaturas y Culturas Mundo
de la Universidad del Norte de Texas presentan esta serie sobre las máquinas que mueven nuestra civilización, y las
personas cuyo ingenio las creó.
Ayer descubrimos un nuevo museo aquí en Houston. Y para decir lo que era, tengo primero que decir lo que no era.
Para eso les hablaré de otro museo que visité recientemente en otra ciudad.
Allí turbas de bulliciosos escolares corrían por pasillos llenos de artefactos hasta llegar a su punto de reunión.
Allí se les daba una breve información y los dejaban volver desordenadamente a manipular botones en otro grupo de
artefactos.
Conseguí esquivar a los inquietos escolares para intentar meterme de lleno en un Ford Tablita -el embrionario carro
familiar que revolucionó América--. Imposible integrarlo a mi sistema donde su sentido y significado se podrían entrelazar.
Aquí simplemente apretaban botones haciendo que ocurrieran cosas incomprensibles y obteniendo de todo esto sólo una
satisfacción cinética en un mundo sin sentido.
Esto fue el mes pasado. Ahora, una experiencia radicalmente distinta: El Museo Marítimo de Houston ocupa una casa en
una tranquila vecindad. Pensamos que iba a ser un lugar pequeño pero nos sorprendimos cuando la casa se abría de habitación
en habitación ofreciendo en cada una de ellas nuevas sorpresas.
Llamar esto una exhibición de gran calidad de modelos de barcos exquisitamente detallada sería cierto, pero no totalmente
exacto. Estos modelos, algunos de 2 metros y medio de largo, están reproducidos con una sorprendente riqueza de detalles y
variedad de ejemplos. También están rodeados de todo tipo de artefactos históricos --una vitrina entera de objetos de/y
sobre el Titanic, un casco de buzo del s. XIX, antiguas anclas y mucho más.
No se puede pasar corriendo inadvertidamente por esta exhibición. Este silencioso ambiente invita a ir despacio e investigar
su significado. Uno se halla comparando diferentes tipos de formas de barcos de guerra de finales del s. XVIII y principios del
XIX -fragatas, buques de línea y corvetas. Empezamos a comprender los sutiles cambios en la construcción de navíos que fue
transfiriendo la grandeza naval de Gran Bretaña a sus advenedizas colonias americanas.
Igualmente quedamos atrapados en la historia de buques petroleros,
galeras de remos, barcos de pesca y de navegación comercial. También encontramos cosas inesperadas: un submarino
español propulsado a mano fabricado en 1864 -el mismo año del bien conocido submarino confederado Hunley, aquí
en América. Pero el español es realmente mucho más sofisticado.
En el corazón de todo esto está el ingeniero marítimo James Manzolillo, fundador y director del museo. Manzolillo
sirvió en la marina mercante durante la Segunda Guerra Mundial. Sobrevivió torpedos y luego se convirtió en constructor
de barcos en México.
Hay pocos puertos que Manzolillo no haya visitado. Ahora combina su colección de artefactos con contribuciones. El
resultado es más un acto de amor que un museo. Lo que él ha conseguido, y lo que el otro museo no consiguió, es crear
una dimensión de reverencia.
Porque el pasado emite una presencia. Moverse demasiado rápido es perder la posibilidad de absorber esa presencia, y
entonces el pasado no será otra cosa que trastos viejos del ayer. Pero este lugar nos hace ir despacio e integrarnos en
él. Al dejar el Museo Marítimo de Manzolillo, puedo oír el crujir de la madera de un barco y oler su creosota. En
realidad hasta puedo sentir el aire salado.
Les habló Aymara Boggiano en otro episodio de Las invenciones de la inventiva, de John Lienhard en la Universidad de
Houston, donde nos interesa el proceso de la mente inventiva.
(Tema musical)
La página web del Museo Marítimo de Houston es:
http://www.houstonmaritimemuseum.org
Para ver imágenes del museo y enlaces sobre la información de cada imagen pulsar:Pulse aquí.
The Engines of Our Ingenuity is
Copyright © 1988-2013 by John H. Lienhard.