Hoy, una ciudad cae, y se siembran las semillas del método científico.
La Facultad de Ingeniería de la Universidad de Houston y el Departamento
de Estudios Hispánicos presentan esta serie sobre las máquinas que mueven
nuestra civilización, y las personas cuyo ingenio las creó.
¿Recuerdan a Charlton Heston haciendo el papel
de El Cid, el héroe español, liberando del poder musulmán la ciudad de
Toledo en el 1085? Qué importa que el verdadero Cid fuera un bárbaro asesino
y saqueador. Tampoco importa que ni siquiera se encontraba cerca de Toledo
cuando cayó la ciudad. En realidad, el gobernador musulmán de Toledo abrió
las puertas de la ciudad para que entraran los cristianos y así él poder
escapar de sus enemigos.
Sin embargo, éste fue uno de los grandes momentos de la historia
intelectual de occidente. Cuando los intelectuales cristianos, ya dentro
de la ciudad, descubrieron las bibliotecas árabes, se dieron cuenta de lo
poco que sabían con respecto a sus colegas musulmanes.
Durante cuatro siglos los árabes habían venido coleccionando los clásicos
griegos. En el mundo cristiano las obras de Platón y Aristóteles sonaban como
si fueran un tipo de eco distorsionado, pero gracias a esta recolección los
europeos tuvieron acceso de primera mano a su propio legado y la agudeza de
ese legado les dejó impresionados.
James Burke nos cuenta cómo los intelectuales árabes y judíos de Toledo
guiaron en sus descubrimientos literarios a los turistas intelectuales que
venían del norte. Estos visitantes se sentían como salvajes primitivos frente
a la montaña de libros recién descubiertos.
Los trabajos de Aristóteles eran como un estuche lleno de herramientas
lógicas que podrían llevarles a un impresionante conjunto de posibilidades.
Re-descubrieron el silogismo: ese recurso milagroso que con dos afirmaciones
genera una tercera. Por ejemplo:
La piel se moja con el sudor.
El sudor transpira por los poros.
Por lo tanto, la piel tiene poros.
Como por arte de magia hemos generado una tercera afirmación
El intelectual francés Pierre Abelard aprovechó la nueva lógica y convirtió
las Sagradas Escrituras a la dialéctica aristotélica. �La indagación proviene
de la duda�, dijo, �e indagando encontramos la verdad�. Y esto --nos recuerda
Burke-- fue una revolución. Abelard estableció así las reglas de la indagación:
Use la duda-sistemática, cuestione todo.
Aprenda la diferencia entre demostración racional y persuasión.
Sea preciso en el uso de las palabras y exija precisión de los demás.
Corrija los errores, aún si se encuentran en la Biblia.
Tendrían que pasar quinientos años más antes de que la ciencia abiertamente
reconociera esta nueva lógica aunque fuera disfrazada. Mientras tanto los teólogos
siguieron intentando cabalgar las sacudidas eléctricas que la proposición de
Abelard había desbocado.
Los abogados medievales fueron los primeros en armarse con esas nuevas
herramientas. Alrededor de la mitad del siglo 13 la Iglesia finalmente reconoce
a Aristóteles. Una vez dado así el permiso, Tomás de Aquino comenzó la
construcción de una teología basada en la lógica aristotélica.
Y así nació una nueva declaración teológica. Ya no se acepta que: �el
entendimiento provenga de la fe�, sino que: �la creencia proviene del
entendimiento�... y como por arte de magia, nace la ciencia moderna en su más
puro estado inicial.
Les habló Aymara Boggiano en otro episodio de �Las invenciones de la
Inventiva� de John Lienhard, en la Universidad de Houston, donde nos
interesa el funcionamiento de la mente inventiva.
(Tema musical)
Burke, J., The Day the Universe Changed,
Boston: Little, Brown and Company, 1985, Chapter 2,
"In the Light of the Above."
Referencias del traductor:
Biografía, obras de Aristóteles
Enlace
La Lógica Aristotélica
Enlace
El silogismo
Enlace
Aristóteles y Tomás de Aquino
Enlace
La filosofía de Sto. Tomás de Aquino
Enlace
The Engines of Our Ingenuity is
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