Hoy, encontramos un sorprendente anteproyecto para nuestro gobierno.
La facultad de Ingeniería de la Universidad de Houston y el Departamento
de Estudios Hispánicos presentan esta serie sobre las máquinas que mueven
nuestra civilización y las personas cuyo ingenio las creó.
En 1744, el líder Iroqués Canassatego habló en la asamblea
Indo-Británica de Filadelfia. Dijo que lidiar con 13 administraciones en 13 colonias
diferentes era imposible y que la formación de una organización paraguas permitiría
la soberanía de cada colonia además de unificar las voces de las 13 colonias al tratar
con otras naciones.
Ofreció como modelo la Federación de Naciones Iroquesas fundada por Hiawatha durante
la época de la Edad Media europea. Conformada por los Mohawk, los Onondaga, los Senecas,
los Oneidas, los Cayugas y los Tuscaroras, era la unidad política más grande al norte de
la nación azteca.
El historiador Jack Weatherford dice que muy pocos colonos estaban preparados para
escuchar la idea, pero uno en particular había estudiado a los indígenas: Ben Franklin
quien eventualmente se convertiría en el Comisario Indígena. Ya para 1754 él estaba
dispuesto a implementar el concepto de Canassatego y más tarde, él y otros lo incorporaron
en nuestra constitución.
Cada nación iroquesa llevaba a cabo sus asuntos internos mediante un consejo de
delegados elegidos a los que también mandaban a un consejo distinguido que manejaba
los asuntos entre naciones. Era puramente un sistema federalista.
Nuestra constitución tiene varios rasgos en común con la organización de los iroqueses,
por ejemplo, sus legisladores no iban a la guerra, y la administración civil y la militar
estaban separadas; ambos son conceptos que no existían en Europa para esa época.
Los iroqueses no tenían familias reales — el mandato hereditario no existía. Sus
naciones podían naturalizar ciudadanos nuevos y la Federación no solamente conquistaba otras
naciones, sino que también podía admitir nuevos miembros.
Usamos las ideas iroquesas para calmar nuestras deliberaciones y a diferencia de los
senados europeos, utilizamos el método iroqués de guardar silencio mientras habla cada
delegado. Igualmente como los iroqueses, los delegados renuncian a sus nombres personales.
Ted Kennedy, por ejemplo se convierte en “el senador superior de Massachusetts”, y así
por el estilo. También usamos las camarillas políticas, conocidas como congresos entre
la Federación Iroqués, para limar diferencias antes de tomar la palabra en la asamblea.
No adoptamos el sistema de legislatura unicameral de los iroqueses. Aunque Franklin
lucho por implementar este detalle, no logró convencer y por eso tenemos dos asambleas:
el Senado y la Cámara de Representantes.
Franklin también quería permitir que los soldados eligieran sus propios oficiales,
tal como hacían los iroqueses; Esta también la perdió.
Nosotros, como los iroqueses, permitimos la impugnación, pero solo a las mujeres
iroquesas se les otorgaba este poder. Y solo ellas podían reemplazar un líder impugnado,
este detalle tampoco lo copiamos.
Sin embargo, nuestra constitución es un excelente ejemplo de ingeniería esquemática.
Miramos a los reinos europeos que habíamos dejado atrás y miramos a este pueblo que tan
efectivamente se habían gobernado a si mismo por tanto tiempo.
Al final, Canassatego y los iroqueses moldearon nuestro estilo de vida y podemos estar
bastante contentos de que así lo hicieron.
Les habló Aymara Boggiano en otro episodio de Las invenciones de la inventiva,
de John Lienhard en la Universidad de Houston donde nos interesa el proceso de
la mente inventiva.
(Tema musical)
Weatherford, J., Indian Givers: How the Indians of the Americas Transformed
the World. New York: Fawcett Columbine, 1988. See especially, Chapter 8. Mi
agradecimiento a Denny Myers por proporcionarme la fuente Weatherford.
The History and Culture of Iroquois Diplomacy (F. Jennings, ed.).
Syracuse: Syracuse University Press, 1985.
Referencias del Traductor:
Se encuentra más información sobre la nación de los Iroqueses
aquí en el sitio de Mapahumano de Pueblos, Etnias y Culturas.
Se consulta también: Vázquez, Ramón F.
Los Iroqueses, su sistema jurídico y su legado político a la democracia norteamericana.
Buenos Aires: Antonio Zamora, 1959.
The Engines of Our Ingenuity is
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