No. 1311:
LOS CISTERCIENSES
de John H. Lienhard
Traducción de Aymara Boggiano y Julian Olivares
Hoy hablamos de monjes y aceñas. La Facultad de Ingeniería de la Universidad
de Houston y el Departamento de Estudios Hispánicos presentan esta serie sobre las máquinas
que mueven nuestra civilización y las personas cuyo ingenio las creó.
Para el año 1098 las aceñas ya existían desde hacía
tiempo. Pero apenas habían comenzado a revolucionar el orden social de la Europa Occidental.
Las aceñas ofrecían una barata y conveniente fuente de energía que suplantaba el
arduo trabajo de moler granos, batanar lana y serrar madera. A través de la historia, el trabajo
manual había sido el principio y el fin de la vida para la mayoría de las personas. Ahora
esto estaba a punto de cambiar.
En ese año de 1098 se fundó la orden monástica del Císter. 14 años
más tarde, San Bernardo tomó control de la orden y la llevó en una dirección
que habría de llevar a cabo una revolución tecnológica de gran envergadura. Los
cistercienses eran una estricta rama de la orden de los Benedictinos que huyeron del comercio mundano para
vivir alejados de la vida terrenal. Bajo la dirección de San Bernardo lograron exitosamente ese estilo
de vida estableciendo una economía independiente basada en la alta tecnología.
Hacia mediados del siglo 12 la orden del Císter cabalgaba a la vanguardia de la fuerza hidráulica
y de la agricultura. Un típico monasterio cisterciense abarcaba un arroyo artificial encauzado mediante
un canal. El arroyo corría por los talleres del monasterio, sus habitaciones y refectorios, proveyendo fuerza
para moler, serrar, fraguar y molturar aceitunas. También proporcionaba agua para cocinar, lavar, y el aseo
personal, y hasta para llevar los desperdicios e inmundicias por alcantarillas.
Los monasterios cistercienses eran, efectivamente, las fábricas mejor organizadas del mundo:
versátiles y diversificadas. Por otra parte, representaban una extraña manera de vivir, sin
duda "alejados de la vida mundana. " Pero eso es harina de otro costal.
Los historiadores modernos han ido corrigiendo la idea fija de que ésta era la época oscura.
Los cronistas estaban alejados del mundo de la manufactura y de las artesanías. Los escribanos reales
siempre escribían acerca del mundo limitado de militares y matanzas y tenían muy poco que decir
de los ingenieros que realmente cambiaron el mundo. Sólo recientemente los historiadores han consultado
documentos arqueológicos para averiguar lo que en verdad hacía la gente. Hecho esto, tuvieron que
volver a escribir la historia medieval.
Los ingenieros cistercienses desarrollaron nuevas tecnologías y las diseminaron a través de Europa.
Experimentaban e innovaban. Otra tecnología transformadora que crearon vino como sorpresa.
A medida que la fuerza hidráulica iba liberando las manos, la alfabetización comenzaba a florecer.
Más, los libros eran aún escasos, de manera que los cistercienses desarrollaron la tecnología
de confeccionar libros escritos a mano. Establecieron el scriptorium monástico.
Inventaron el índice por orden alfabético y la paginación y avanzaron en cuanto fuera posible la
producción masiva de libros, hasta que Gutenberg llevó la confección de libros a otro nivel.
Para cuando los 742 monasterios medievales cistercienses habían terminado su trabajo, la vida europea
emergió de lo que sea que fue esa Época Oscura. Por fin, había salido de un bosque enmarañado.
Les habló Aymará Boggiano en otro episodio de las invenciones de nuestra inventiva de John Lienhard,
desde la Universidad de Houston, donde nos interesa el proceso de nuestra fecunda inventiva.
(Tema musical)
Gimpel, J., The Medieval Machine. New York: Penguin Books, 1976.
Esta es una edicion substancialmente revisada del Episode 9.

Foto de John Lienhard
Una aceña del siglo 19 aún moliendo en Wexford County, Irlanda.

Image courtesy of the University of
Kentucky's Special Collections Library
A 17th-century European fulling mill from Böckler’s Theatre of New Machines,
probably quite similar to the Cistercian ones
Enlaces en la red: Wikipedia: Molinos de agua
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Copyright © 1988-1998 by John H.
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