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No. 466:
Iconos Femeninos en las Ciencias
Audio

Traducción de Helena Talaya–Manso

Episodio 466 en inglés

 

Hoy, una mirada diferente al género y la ciencia. La Facultad de Ingeniería de la Universidad de Houston y el Departamento de Estudios Hispánicos presentan esta serie sobre las máquinas que mueven nuestra civilización, y las personas cuyo ingenio las creó.

Alemania es el padre–patria para los alemanes. Rusia es la madre–patria para los rusos. En la pesca, la barca es “ella” pero el pez que capturamos es “él”: ¡Míralo!, ¿No es un bicho grande?

¿Y la ciencia? ¿Es hombre o mujer? En 1962 Francis Bacon, sentó las bases de la ciencia experimental. Él dijo:

“El imperio del hombre sobre las cosas se fundamenta en [el estudio de] las... ciencias... pues la naturaleza sólo podrá ser dominada obedeciéndola.”

Lo que quiso decir es que antes de ejercer cualquier tipo de control tecnológico sobre ella debemos observar la naturaleza y aprender sus reglas: debemos someternos primero antes de dominar. Este auto de fe de Bacon está plagado de nociones sobre los roles masculino/femeninos: el género humano activo es hombre. La naturaleza es “ella”. La naturaleza es la madre a la que el hijo varón finalmente dominará, no obstante, ella, sigue siendo, madre.

La representación con íconos femeninos persistió en la ciencia 200 años después de Bacon. Una y otra vez los científicos se referían a su trabajo en términos femeninos. El frontispicio de un libro tardío de Galileo muestra dos mujeres: una es Filosofía Natural, la otra es Matemáticas.

La historiadora Londa Schiebinger nos habla de la iconogrfía del siglo XVIII en los libros de ciencia. El frontispicio del siglo XVIII del libro de “Química” de Lemery, muestra la química como una bella dama con los senos descubiertos — probablemente porque con ello nos revela la verdad desnuda.

En 1740 Emilie de Châtelet publicó un libro de Física. En el frontispicio, ella misma asciende a un templo donde la verdad desnuda —una mujer— la espera. Cinco de las otras ciencias contemplan su ascenso, todas ellas también son mujeres.

Esta iconografía desapareció en el siglo XVIII. El frontispicio del libro de Newton sobre Cálculo muestra sólo hombres haciendo mediciones. El filósofo Kant no solamente atacó los íconos femeninos, sino que además pensaba que el estudio de las ciencias no era asunto para mujeres. Escribió:

“A la mujer… que se atreve a debatir sobre los intríngulis de la mecánica como la marquesa de Châtelet, ya sólo le resta dejarse una barba...”

La ciencia se convirtió en un asunto serio en 1840. Se profesionalizó ¡No más caras femeninas! De hecho, no hubo más personificaciones. A partir de entonces, si se quiere retratar a la ciencia, se hace como lo hizo Newton: mostrando hombres involucrados en ciencias. Al hacerlo, el campo se ha ido haciendo más impenetrable que nunca para las mujeres.

Rousseau contribuyó a alejarlas de las ciencias, argumentando que éstas perjudicaban el estilo de la ciencia —que él contemplaba como un combate masculino—, y ciertamente a menudo lo es. Un observador moderno diría que la ciencia es un sistema en el que prevalece no la mejor idea, sino la mejor defendida. Lo que la ciencia realmente necesita no son más batallas, sino un balance entre lo masculino y lo femenino. El mismo que Rousseau trató de evitar. La buena noticia es que finalmente la ciencia parece haber encontrado un camino hacia ese equilibrio.

Les habló Aymará Boggiano en otro episodio de Las invenciones de la inventiva, de John Lienhard en la Universidad de Houston, donde nos interesa el proceso de la mente inventiva.

(Tema musical)


Schiebinger, L., The Mind Has No Sex. Cambridge, MA: Harvard University Press, 1989, Chapter 5.

Referencias del Traductor:
Francis Bacon en Wikipedia
Un avance del libro de Londa Schiebinger, “¿Tiene sexo la mente?: Las mujeres en los orígenes de la ciencia” en Google books.
El libro de Galileo donde aparece la Filosofía Natural y Matemáticas se llama “Il Saggiatore” un ejemplar se encuentra en la biblioteca de L’Istituto e Museo di Storia della Scienza en Florence. Aquí puede verse la imagen y leer el libro original que proviene de www.it.wikisource.org