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No. 1862:
Las Incunabula de las Imprentas Selectas
Audio

Traducción de Julián Olivares y Aymará Boggiano

Episodio 1862 en inglés

 

Hoy, el libro más bello—pero, ¿y qué? La Facultad de Ingeniería de la Universidad de Houston y el Departamento de Estudios Hispánicos presentan esta serie sobre las máquinas que mueven nuestra civilización, y las personas cuyo ingenio las creó.

¿Cuántas veces ha oído decir por el canal de Historia que el Renacimiento existió gracias a la imprenta? Es cosa frecuente y es verdad. Sin embargo, los coleccionistas de libros raros tienden a distorsionar este hecho.

A los 45 años desde la invención de la imprenta de Gutenberg, hasta los comienzos del siglo 16 se imprimieron unos 20 millones de libros. A los libros de antes de 1501 se les da el nombre de incunabula, o sea, los primeros libros nacidos de la imprenta. Muchos aún existen aunque algunos han sufrido gran deterioro.

Para que un libro pueda sobrevivir y sea atractivo para un bibliófilo, tiene que cumplir dos criterios fundamentales. Primero, ser un libro hermosamente confeccionado. Y así como cualquier producto popular—sea ordenador, televisor, o automóvil—para cada libro bello, se imprimieron muchos libros poco atractivos.

El segundo criterio que asegura la supervivencia de un libro antiguo era, irónicamente, que no fuera muy interesante. Estos libros, ahora muy apreciados, a menudo eran aquéllos que los lectores pocas veces se interesaban en usar.

Manutius' printer's markMe llamó la atención uno de las incunabula famosos, con el impresionante título de Hypnerotomachia Poliphili o el sueño de Polífilo. Fue impreso por el italiano Aldus Manutius, un intelectual de la corte, a quien la nobleza nombró impresor real en 1495.

El nombramiento dio resultado—más o menos. Manutius imprimió libros hermosos. Y el más hermoso fue ese Hypnerotomachia Poliphili. Pero el contenido es otra cosa. Se atribuye al escritor contemporáneo Franceso Colonna. Igual pudiera haber sido de otra persona, y los eruditos aún discuten cuáles fue su intención.

Parece a la vez un libro de las maravillas y una bitácora por un mundo arquitectónico. El poeta John Tranter dice que muy pronto se cansó de su ardua lectura. Lo describe así: un hombre llamado Polífilo va—mediante un sueño—con su amada Polia a un templo en ruinas al lado del mar a esperar a Cupido. Polia lo incita a entrar en el templo para ver las antigüedades. Luego siguen interminables descripciones de arte y arquitectura fantásticas, intercaladas con breves episodios de excitación amorosa. Tranter lo califica como detallista, obsesivo y fetichista.

Así que, si la novedad de la imprenta creó el Renacimiento, este libro hubiera desempeñado un papel muy limitado en esa creación; puesto que no fue con estos sino con los libros más ordinarios que la imprenta cambió la vida de este planeta; como los ejemplares impresos apresuradamente del Boccaccio, y las biblias baratas escritas en lengua vulgar, que tentaban a la gente a aprender a leer.

Y, claro hasta, aquí y así quedamos hoy. El Internet se nos presenta con una malicia similar a la de la imprenta. Se pueden encontrar hermosos sitios en la web, así como el Renacimiento produjo libros hermosos. Nos detenemos momentáneamente a admirarlos, pero rápido continuamos al e-Bay o Google. La imprenta no logró su monumentalidad con unos cuantos libros bonitamente dispuestos en la mesita de sala, sino al haber cumplido una misión trascendental. Cautivó la mente humana facilitando el conocimiento de forma inaudita, como un elixir de conocer todo lo que antes quedaba oculto.

Les habló Aymará Boggiano en otro episodio de “Las Invenciones de la Inventiva” de John Lienhard, en la Universidad de Houston, donde nos interesa el proceso de la mente inventiva.

(Tema musical)

Para una mejor descripción de Hypnerotomachia Poliphili, véase:
Enlace.

Los comentarios del poeta John Trander puede leerse aquí:
Enlace.

 

Hypnerotomachia Poliphili
Una página de Hypnerotomachia Poliphili, impreso por Aldus Manutius en 1499.